La muerte del último «gran timonel» de la epopeya nacional china, en sí misma insignificante para la China actual, nos brinda la ocasión para echar la vista atrás y analizar el proceso histórico que ha atravesado China desde la subida al poder de los grandes timoneles del Partido Comunista Chino, proceso que ya ha sido tratado minuciosamente en las publicaciones de nuestro Partido a lo largo de dicho período, de manera fiel al método marxista, que sitúa a las necesidades económicas y materiales de las clases sociales y los distintos modos de producción con sus respectivas sociedades, como el verdadero motor de la historia, cuyas circunstancias determinan la aparición y actuación de determinados individuos en la escena histórica, y no al contrario. El ora encumbramiento ora defenestración, sufrido por los dirigentes del Estado chino a partir de 1949, aun cuando ha habido continuidad del partido en el poder, es prueba de que la historia juega con los individuos y no son estos los que la determinan como tales.
China, que se perfila hoy como potencia capitalista mundial, lo que le haría capaz de competir con las viejas potencias que llegaron a serlo algún que otro siglo antes que ella, presentaba a principios del siglo XX un aspecto patético, debido a las condiciones que le venían imponiendo desde la Guerra del Opio los Estados imperialistas, la bancarrota y el creciente estrujamiento del campesinado parecían incurables. Hay que recordar que antes de que llegara el Renacimiento y el modo de producción capitalista empezara a dominar en Europa, la china era la civilización más avanzada del planeta.
Al comenzar el siglo, en China la inmensa mayoría de la población estaba compuesta por campesinos, de los cuales más de la mitad no tenían tierra de su propiedad, teniendo que pagar impuestos y un porcentaje de cosecha al terrateniente por la pequeña parcela asignada. El primer episodio de la revolución burguesa se cumple en 1911, al proclamar la República de China el doctor Sun Wen (Sun Yat-Sen), posteriormente fundador del Guomindang (Kuomintang) o partido nacionalista. Detrás de Sun estaba el empuje de la gran burguesía china que era extremadamente débil. Esta burguesía, por lo demás no poco colaboracionista con los extranjeros, que se había enriquecido en tiempos del Imperio en las zonas abiertas al contacto y comercio con los occidentales, en las que se daba producción capitalista y un moderno proletariado, sin embargo, fue capaz de dar el carácter unitario nacional necesario para sepultar al Imperio, debido más bien a la aún más extremada debilidad de su corrupto y decrépito aparato, pero eso sí, desde arriba, sin apoyo popular. Si los revolucionarios Tai Ping y el movimiento boxer del s. XIX, tuvieron apoyo popular y les falto vertebración, a la república de Sun, que acababa con el milenario Imperio, le faltó la movilización de las masas.
Los tres principios que Sun propugnaba: nacionalismo, democracia y sustento del pueblo, eran los propios de cualquier revolucionario burgués que se precie en un país desgarrado por el imperialismo y atrasadísimo en cuanto a las formas de producción frente al moderno capitalismo. Aunque hay que decir que el padre de la patria China pecó de ingenuo al pensar poder contar con el apoyo de las naciones más avanzadas para poder hacer de China una nación moderna.
En China a principios de siglo, la revolución burguesa que estaba por hacerse tenía que acometer dos tareas imprescindibles:
1) asegurar la independencia nacional,
2) hacer la reforma agraria, premisa esencial para un desarrollo industrial;
faltaba por saber quien las llevaría a cabo, si la burguesía o el proletariado. La extrema debilidad de la burguesía, al igual que en Rusia, la rendía impotente para movilizar la inmensa masa de campesinos para expropiar la tierra a los terratenientes, repartirla y acabar con la extrema opresión del campesinado, era una tarea demasiado grandiosa para aquella burguesía, nacida en unas condiciones históricas e internacionales muy distintas a las de la burguesía francesa de la gran Revolución del siglo XVIII, por lo que a pesar de gobernar y estar instaurada la república, la situación de China respecto a la relación con las potencias coloniales y sus relaciones sociales internas no cambiaron. Apenas después de un año, Sun se vio obligado a dejar la presidencia de la república en favor del gran jefe militar del antiguo régimen Yuan Shikai, quien al controlar los ejércitos disponía del poder real. A la muerte de éste, 1916, los distintos jefes militares se reparten China en esferas de influencia, que a su vez son controladas por cada país extranjero, previa negociación o apoyo al jefe militar; se abre el período de los Señores de la Guerra, que acaba con la llegada al poder del Guomindang y Jiang Jieshi (Chiang Kai-shek) a mediados de los 20, dando cierta homogeneidad y una débil estabilidad a China, en la que estaban interesadas las potencias extranjeras para seguir extorsionando al país, ya que la gran burguesía china, a la que pertenecían las famosas cuatro familias: Song, Kong, Chen y Jiang, no estaba dispuesta a impedir la extorsión si para ello tenía que recurrir a la movilización armada del campesinado.
Los comunistas de todo el mundo esperaban, por lo tanto, que el proletariado, sobre todo después de la Primera Guerra Mundial, organizado en partido autónomo se pusiera a la cabeza de una revolución democrática para después transformarla en su dictadura, como en Rusia, donde una clase minoritaria como el proletariado, pudo hacerse con el control del país al tomar el poder en las principales ciudades. Se contemplaba la misma posibilidad para las importantes ciudades costeras chinas del este y el sur del país. Sin embargo, se debe a la contrarrevolución estalinista que esta perspectiva fuera liquidada.
Se trataba de hacer la Revolución doble, que tiene por objeto el saltarnos la etapa burguesa. En Rusia, el partido de Lenin lo consiguió no dejando que se consolidara la Asamblea Constituyente, pues de otra manera ésta habría disuelto los Soviets. También como en Rusia la debilidad de la burguesía se manifestaba en el hecho de que sus partidos, socialrevolucionarios y mencheviques en Rusia, y el propio Guomindang de Sun en China, reivindicaran como ilusión un vago socialismo y flirtearan con él.
En 1923 Sun postula la amistad con la URSS y la alianza con los comunistas, que se realiza tras su muerte en 1 925, en el primer Gobierno nacional con representantes del Guomindang y del PCC. En el período 1 924–1 927 el estalinismo se alza como fuerza dominadora dentro del partido en el poder en Rusia y la Internacional y hace que el partido del proletariado en China se ligue al de la burguesía, el Guomindang, perdiendo así la independencia requerida para llevar a cabo la revolución doble, y a continuación le hace transformarse en un partido campesino con Mao Zedong a la cabeza.
En contacto con la Internacional la organización interna y militar del Guomindang adquirió solidez, y partiendo desde Cantón, donde el Guomindang se había hecho fuerte todavía en vida de Sun, Jiang Jieshi en 1 926 al frente de una coalición heterogénea emprende la expedición hacia el norte, y en 1 927 después de aplastar la Comuna de Shanghai, el generalísimo instaura su dictadura.
Tras el sangriento aplastamiento de la Comuna proletaria de Shanghai por el Guomindang y por la estrecha colaboración de Stalin con el Guomindang, alianza que Stalin no tuvo más remedio que romper después de los acontecimientos de 1 927, el partido del proletariado fue desarticulado y herido de muerte y el proletariado se quedó definitivamente sin su partido autónomo. Es desde entonces cuando el divorcio entre el PCC y el proletariado se consuma para siempre. A partir de este momento Mao va a retomar los principios de Sun, convirtiéndose en el verdadero partido nacionalista, en el verdadero Guomindang, pero con seguimiento y apoyo del campesinado y sin depender del respaldo de una burguesía miedosa, encaminándose hacia su meta única y final, la revolución democrático-nacional burguesa. Lo que Stalin no pudo evitar en 1917 en Rusia, lo evitaría en China y Mao lo hará suyo, siguiendo fielmente el testamento de Sun Wen. Stalin fue el padre de Mao, y éste se acabará imponiendo sobre Jiang Jieshi porque se necesitaba aplastar al proletariado no sólo con la represión sino con la traición y encuadrar sólidamente a los campesinos pobres, para que la revolución no saliese de la vía democrática.
El proletariado chino, como el ruso, apartado de su único aliado, el proletariado de los países avanzados, cuya lucha y cuya victoria era lo único que habría podido salvar la revolución china y la rusa, ha estado obligado a pactar con la burguesía, lo que ha comprometido por mucho tiempo su posibilidad de victoria revolucionaria. En los años 20 no se trataba de unir a dos pueblos, el chino y el ruso contra la opresión occidental, política esta después auspiciada en todo el mundo por el estalinismo, por el contrario la acción a seguir por el proletariado en ambos países hubiera debido ser la de luchar a muerte por conseguir la revolución en occidente; o esto o la derrota de los proletarios chinos y rusos. China y Rusia estaban unidas por el destino; o triunfaba la Revolución o el camino que les quedaba en caso contrario era el largo y dolorido desarrollo de la economía nacional de sus respectivas burguesías.
Poco después de la consolidación de Jiang Jieshi en el poder, que daría paso a una década de una relativa estabilización financiera, Japón invade Manchuria, algo que el Gobierno chino admite como un hecho ineluctable en una zona ya penetrada por los capitales japoneses, y por estar concentrado en reprimir las uniones de campesinos organizadas por el PCC. que a pesar de seguir llamándose así y manteniendo las siglas, ya hemos visto que al incipiente comunismo chino se le decapitó en 1927. El ajusticiamento de Li Dazhao en Beijing (Pekín) en 1927, zona controlada todavía por los Señores de la Guerra y la expulsión del partido de Chen Duxiu dos años más tarde, al que se había hecho responsable de los desastrosos resultados de la política de colaboración que le había impuesto muy a su pesar Moscú, es el capitulo final de los fundadores del Partido Comunista Chino, que da paso a los revolucionarios campesinos Zhu De, Mao Zedong, Zhou Enlai, etc, que conservarán la fraseología típica del estalinismo relativa al comunismo, al marxismo, la clase obrera y la lucha contra la explotación, pero que no por ello dejan de ser los constructores de la gran patria capitalista. A pesar de todo la actitud de Moscú hacia el movimiento campesino del PCC. va a ser más bien de ignorarlo, hasta que los ejércitos campesinos no se imponen a los del Guomindang después de la Segunda Guerra Mundial.
Después de las campañas de los ejércitos nacionalistas contra los «bandidos comunistas» en la primera mitad de la década de los 30, las potencias interesadas en parar a Japón, entre las que se incluye Rusia, van a favorecer la unión de Guomindang y PCC contra el enemigo invasor, fin para el que desde Rusia le llegan al Gobierno chino entre 1 937 y 1 939, 250 millones de dólares, aunque no fue el país que más aportó en la lucha contra los japoneses. Como consecuencia del avance de la invasión japonesa que se extiende por las regiones del litoral chino, el Gobierno no tiene más remedio que huir hacia el interior de China.
Sea dicho de paso, que la Rusia de Stalin «benefactora» de los pobres pueblos como el chino, oprimidos por el imperialismo de occidente y Japón, poco antes de la retirada de Manchuria de éste, cuando se sabía que estaban preparando la retirada, con el pretexto de expulsar a los japoneses entraron las tropas rusas y ocuparon Manchuria, momento que aprovecharon para desmontar pieza por pieza las modernas fábricas y ferrocarriles que los japoneses habían instalado en el norte de China y llevárselas a Rusia.
Al acabar la Segunda Guerra y con la derrota japonesa, la posición del Guomindang se ve reforzada, pero solo en apariencia. Los problemas de la situación china seguían siendo los mismos que a principios de siglo. Se calcula que en 1930, el 55 % de la población agrícola formaba parte de la masa de campesinos sin tierra, le seguían en importancia numérica los campesinos propietarios de una mínima parcela para la subsistencia, y después venían los campesinos medios y ricos, que también tenían que soportar las requisas que el ejército hacía. Y por otro lado, las potencias vencedoras de la Segunda Guerra se disponían a hincar el diente en China, por lo que en vista de la guerra civil, que había vuelto a reproducirse entre las cada vez más numerosas y disciplinadas milicias campesinas del PCC y los ejércitos del Guomindang, los acuerdos de Yalta preveían un gobierno de coalición para China, que hubiera incapacitado a China para tomar medidas enérgicas y centralizadoras para llevar a cabo su emancipación del imperialismo extranjero.
Por lo que el triunfo final del PCC y la instauración de la República Popular China, aunque tengamos que definir como reaccionario al PCC, por abandonar la táctica de la revolución doble y la línea maestra que hubiera llevado a un triunfo del proletariado en China, supone un paso de gigante desde el punto de vista de la instauración del moderno capitalismo en China, que permitirá, no sin un largo y difícil proceso, la aparición del moderno proletariado, su futuro sepulturero, esta vez no como clase minoritaria y débil, sino como la más numerosa del mundo. Hay que reconocer este mérito del partido de la revolución burguesa en China, ya que es prácticamente el único de los países atrasados que ha tenido éxito como para inquietar a occidente, que ha sido capaz de sacudirse el yugo del imperialismo y negarse a aceptar las condiciones que las rapaces de las viejas potencias imponen a otros países.
Con las fuerzas del Guomindang huidas a Taiwan y la instauración el 1 de Octubre de 1 949 de la República Popular China se da el pistoletazo de salida para la acumulación autóctona de capital en China, con la consecuente autarquía económica, tarea nada sencilla en la época en la que el imperialismo domina el mundo, y con una trascendencia histórica mundial, cuyos frutos más importantes están todavía hoy por llegar. Zhou Enlai declarará en los 50, que el aumento de aranceles favorece la creación de la gran industria china y los extranjeros ya no les pueden invadir con mercancías a precios bajísimos, pues ahora las llaves del mercado chino las tienen ellos y no los extranjeros.
Para todas las potencias extranjeras les era más simpático el régimen colaboracionista y corrupto del Guomindang que el PCC, no porque éste fuera comunista, como podían hacer creer los USA, sino porque movilizaba en armas a los campesinos para crear el mercado nacional chino, expulsar a las compañías extranjeras y demás medidas revolucionarias típicas del nacimiento de una nación independiente burguesa en un país con relaciones de producción precapitalistas en descomposición.
Para nosotros comunistas, la democracia no puede existir, en el sentido de Estado que representa los intereses de las distintas clases que componen la sociedad, por tener éstas intereses antagónicos irreconciliables. Históricamente la burguesía ha pretendido, sin embargo, que fuera posible, para ilusionar a las otras clases oprimidas, cuyo alzamiento era necesario para la toma del poder por parte de la burguesía. Dicho esto repetimos que la instauración de la RPC fue el triunfo de la democracia-nacional burguesa, lo cual puede escandalizar al filisteo intelectual pequeño-burgués de occidente al comprobar que efectivamente no hay elecciones, pero en realidad, teniendo en cuenta los esfuerzos de equilibrio entre las clases, campesinos pobres, medios y ricos, burguesía nacional e incluso proletariado, que tuvo que hacer el PCC para crear el mercado nacional y con el tiempo llegar a hacer de China una nación moderna en sentido occidental, se puede decir que la RPC al instaurarse era bastante más democrática que las democracias occidentales, que con todas sus elecciones están a la orden del puñado de bancos que dominan la economía del país. Por el contrario China nunca ha tenido nada de socialismo, ni de dictadura del proletariado, ni de proletariado y campesinado; el proletariado chino, vencido, en cambio si ha sido sacrificado, instándole a cumplir los objetivos económicos de la nación y de la empresa, aun cuando ésta era de capital privado.
Ya antes de la toma del poder el PCC cambió la consigna de «República de obreros y campesinos» por la de «República Popular». Los ejércitos campesinos del PCC se sentían como pez fuera del agua en las ciudades. Cuando entraban vencedores y anunciaban las medidas a tomar, se hacía hincapié en el respeto a la propiedad privada y ponían especial cuidado en que nadie cometiera excesos. En los escritos y discursos del PCC se reconoce siempre la convivencia de 4 clases: obreros, campesinos, pequeña burguesía y burguesía nacional. También se proclamaba que el capitalismo no hay que destruirlo, que puede ser beneficioso y útil, solo que hay que ponerle limites. Es por esto que cuando se proclama la RPC no se procede a la expropiación y nacionalización indiscriminadas, sino que se nacionalizan los grandes bancos y las empresas de «capital burocrático», esto es, las ya nacionalizadas por el Guomindang y en cuya dirección estaban las «4 familias». Aun así, el escándalo no está en haber llegado a un pacto y acuerdo, con la burguesía, que detenta los medios técnicos y administrativos para dirigir las empresas, sino en presentar eso como «la construcción del socialismo».
Lo que más temía Mao y en realidad era lo único que podía haber impedido su triunfo era una insurrección obrera, sin embargo, habiendo sido abandonada a su suerte en 1927, la clase obrera en las ciudades vio más bien con indiferencia la llegada de la RPC.
A pesar de las proclamas contra los excesos, de 1947 a 1952 se vive un período de terror para los terratenientes y campesinos ricos, consecuencia lógica después de los excesos de explotación que han sufrido los pobres, que ahora se encuentran armados y movilizados. El PCC más que proclamar la lucha de clases lo que hacía era intentar por todos los medios evitarla.
A principios de la década de los 50 el país entero dependía de la producción agrícola, se hacía necesario estabilizar el campo, llevar a cabo el reparto de la tierra, en el que participaron campesinos ricos y pobres a costa de las tierras de los terratenientes, templos budistas y taoistas, iglesia cristiana y otras colectividades. Correspondieron 2 o 3 mu por persona mayor de 1 6 años (1 5 mu = 1 hectárea). A los campesinos medios y ricos se les hacía intocables así como al excedente de su cosecha, lo cual no es lo que había sido prometido a los campesinos pobres en 1 947 cuando se reclamaba su movilización, esto dejaba entrever cual iba a ser la tendencia natural de la propiedad en el campo una vez hecho el reparto. En cualquier caso era una tarea ingente. Casi la mitad de la tierra cultivada (47 millones de hectáreas) fue repartida entre 300 millones de campesinos, además de tres millones de animales de tiro.
Evidentemente las perspectivas del PCC de hacer de China una nación moderna industrializada, no pasaban por quedarse en un país pequeño burgués de campesinos, aunque no les quedara más remedio que pasar por esa etapa. Por el contrario se debía enseguida empezar a acumular capital para invertir y desarrollar la industria, y es aquí donde China se va a encontrar con el problema entorno al cual van a surgir las diferencias en el seno del PCC, este problema no es otro que el de cómo y cuándo acabar con la extremada parcelación de explotación familiar en el campo, que al ser tan solo autosuficiente para el sustento de la familia campesina, impedía la circulación de los flujos de capital necesarios entre ciudad y campo y también en el mismo campo.
En 1952 se alcanzan los niveles de producción anteriores a la guerra y la fase de reconstrucción se da por acabada, a la vez que se alcanza la autosuficiencia alimentaria y se consigue a duras penas que no se pase hambre. Para concentrar el capital industrial el Partido-Estado tuvo menos problemas que para concentrar el capital agrario, debido a que el PCC dependía totalmente del apoyo campesino, que no en vano era el que le había llevado al poder. Además con el monopolio del suministro de materias primas en manos del Estado, la burguesía no tuvo mucho campo para oponerse a la estatalización, aunque también hay que decirlo, los propietarios burgueses seguían en la dirección de la empresa pero formalmente como asalariados, además de tener un paquete de acciones (el resto eran del Estado) cuyos dividendos cobraban cada año. Al final de 1 952 el Estado controlaba, por ser el único accionista o propietario, o bien por tener parte de las acciones, el 75,9 % de la producción industrial y el capitalismo nacional privado había caído en tres años del 55,8 % al 17,1 %. Gran parte de los bonos del tesoro era reservada para los industriales y comerciantes. También fue política estatal la creación de una industria pesada, como en Rusia, que asegurara un fuerte crecimiento industrial y garantizara la seguridad nacional.
Sin embargo el desarrollo de la economía nacional no podía conformarse con eso. El campo debía generar un excedente que permitiera por una parte suministrar suficientes materias primas a la industria y productos a las ciudades, y por otra invertir en la mecanización del campo, cuyos medios técnicos eran atrasadísimos; pero a su vez una industria capaz de suministrar maquinaria no podía desarrollarse mientras la economía nacional no produjera ese excedente necesario, era el círculo vicioso en el que China estaba condenada a desenvolverse. Recurrir a ayuda exterior era comprometer la independencia nacional, pues ningún país de los que podían suministrar tales medios era una hermanita de la caridad dispuesto a ayudar a cambio de nada. En 1 949 la presencia del capital extranjero en los distintos sectores económicos ya era prácticamente nula. La burguesía seguidora del Guomindang había huido a Taiwan llevándose consigo todos los capitales que pudieron, así como la mayor parte de la flota mercante. El único país con el que hubo un intercambio de medios técnicos a cambio de productos agrícolas fue con Rusia, que evidentemente tampoco regaló nada. A Rusia le convenía que China dependiera de ella, entre otras cosas para tenerla de su parte en la guerra fría, pero la determinación de los dirigentes de Beijing de jugar su propio papel como nación independiente y los primeros choques imperialistas alrededor de las fronteras de China entre los dos países, va a hacer que Rusia retire todos sus técnicos de China al final de la década de los 50, lo que hace que China se quede completamente sola ante el mundo con la difícil tarea de desarrollarse por sus propios medios, y lo intentará haciendo uso del único capital del que disponía, el capital-hombre.
Con la consecución en 1 957 de los objetivos del plan quinquenal empezado en 1 952, tanto en industria como en agricultura, el crecimiento rápido va a tocar techo. En dicho período la producción industrial creció un 140,7 %, que en comparación con el crecimiento de la agrícola, un 24,58 %, evidenciaba que China era un país reo del capitalismo, que ofrece hierro antes que pan al género humano.
Después de la reforma agraria, el PCC era consciente de que tantos pequeños propietarios, campesinos que apenas pasaban de la autosuficiencia, impedían el desarrollo y acumulación capitalista en China, tanto en la ciudad como en el campo. Pronto aparecieron dos tendencias en el PCC, que en realidad sólo discrepaban en la velocidad con que se tenía que ayudar a la aparición y desarrollo de los campesinos ricos, que utilicen asalariados y maquinaria, y en ningún caso como se hizo creer, una tendencia, la de Liu Shaoqi pro-capitalista, y la otra, la de Mao pro-socialista. Las dos estaban por potenciar al campesino rico, pero el enorme campesinado chino obligó primero a ofrecerle el reparto de la tierra y luego a acometer las reformas pro acumulación y concentración a largo plazo, y es por esto por lo que triunfó la tendencia de Mao sobre Liu y Deng Xiaoping, no sin paréntesis de enfrentamientos, hasta la segunda mitad de los 70. Mao era consciente de que su partido se apoyaba totalmente en el campesinado, y el libre desarrollo de la segunda fase de la revolución burguesa de expropiación y concentración habría dado lugar a luchas de clase entre campesinos pobres y ricos.
La medida más progresiva que debería haber tomado una revolución comunista con el proletariado a la cabeza, una vez que se ha tomado el poder en un país atrasado como era China, precisamente para conseguir de la manera más rápida la acumulación capitalista, no era el reparto de la tierra sino su nacionalización; esto permitiría al gobierno un poder de decisión y control sobre el campo que de otra manera no tenía. Esto es lo que hizo en un principio la revolución rusa, que a diferencia de la China fue una revolución del proletariado de las ciudades, mientras que la china fue del campesinado y se hizo en el campo.
De esta manera China se encontró pronto, a principios de la década de los 50, ante la necesidad imperiosa de aumentar la productividad en la producción agrícola, pero sin dejar rienda suelta al libre desarrollo de las fuerzas del mercado y la competencia, que hubiera provocado una rápida expropiación y proletarización de los campesinos pobres, y el consiguiente riesgo de tener a millones y millones de desheredados deambulando por el país, ya que la incipiente industria china no podría acogerlos, con la consiguiente amenaza para la estabilidad del joven Estado chino y su partido. Ante esta disyuntiva, los dirigentes chinos optan por la «colectivización», con la esperanza de aumentar la producción agrícola y de que esto supusiera una manera menos traumática y más lenta de desvincular al campesino de su pedazo de tierra. La colectivización consistió en promocionar la creación de cuadrillas y cooperativas de 1 953 a 1 957, y en 1958–59 las Comunas Populares.
En las cuadrillas, 4 o 5 familias se unen para prestarse mutuamente los pocos medios técnicos y animales de tiro que tienen más el propio trabajo, para intentar paliar la crónica falta de medios.
Las cooperativas elementales, llamadas semisocialistas eran de 20 a 30 familias, que conservan una parte mínima de tierra para su uso particular, el resto la arriendan a la cooperativa con animales y medios, por lo que dentro de la cooperativa se mantenía la propiedad. A los miembros se les retribuye según su trabajo. La cooperativa trabajaba según un único plan.
Las cooperativas avanzadas o «socialistas» no admitían la propiedad privada de tierras y principales medios de producción, que eran comprados, respetaban estas cooperativas la dimensión de los pueblos y las componían de 100 a 300 familias.
A partir de 1957 el sistema cooperativista se muestra insuficiente para aumentar la productividad del campo. Cuando hay un mínimo excedente agrícola para comercializar, las familias campesinas se vuelcan en sus pequeños huertos y en sus animales de crianza en detrimento de la cooperativa. A esto hay que unirle la impotencia del Estado para controlar la producción así como determinar los productos que se siembran, ya que lo deciden las cooperativas y las familias que las componen. El Estado solo puede influir a través de los impuestos y los precios.
Es con motivo de esta pérdida de empuje del sistema cooperativista y la perspectiva de ruptura con Rusia y el consiguiente total aislamiento de China, que toma cuerpo el Gran Salto Adelante auspiciado por Mao y la creación de las Comunas Populares. Esto no era más que el intento voluntarista de incrementar la producción apelando a la movilización y sacrificio de las masas, es decir, recurrir a la ideología a falta de tecnología.
Ya con mucha predisposición para llevarlas a cabo por parte del campesinado el Estado no lo tuvo difícil al principio para formarlas. La Comuna era una agrupación autárquica de cooperativas, que a su vez estaba dividida en escuadras y brigadas, las cuales coincidían con las cooperativas del primer tipo y segundo tipo respectivamente. Las Comunas agrupaban entorno a más de cuatro mil familias y por lo general se las hacia coincidir geográficamente con los límites del xiang. Las cooperativas debían ceder la totalidad de los medios de producción a la Comuna. Los recursos del suelo y del agua son propiedad de la Comuna. Los medios privados podrán ser también eventualmente utilizados y se infringían los límites familiares. En un principio y bajo el entusiasmo inicial, en los periódicos aparecían ejemplos de campesinos que donaban para uso de la Comuna hasta los más mínimos bienes de uso personal, como vasos para beber y hasta los materiales de las casas campesinas para desmontarlos y ayudar a construir con ellos los comedores colectivos, guarderías, asilos, etc. centros que la Comuna potenciaba. También es objetivo de la Comuna el potenciar la industria dentro de sus límites. Se calculaba que la cosecha se podía sacar con 2/3 de la mano de obra disponible en el campo, por lo que la Comuna encuadra y coordina ese excedente de mano de obra para, en forma de trabajo de hormiga, hacer obras gigantescas de infraestructura, como canales y caminos, con las más elementales herramientas y sin ninguna maquinaria.
La creación de las Comunas Populares con su autonomía no había que verla como la Apoteosis del Estado popular. Las autoridades máximas dentro de la Comuna eran cuadros del Partido-Estado que servían de correa de transmisión con las altas esferas. Ellos dirigían la vida de la Comuna y determinaban los planes de producción, salarios a percibir por los miembros de la Comuna, etc. La lectura marxista era esta: La movilización social del Gran Salto Adelante se apoyaba sobre una base sólida de fieles cuadros ejecutores y capaces de encuadrar al resto de la población, el Estado pretendía por tanto reintroducir y mantener en tiempos de paz los sistemas organizativos férreos de un ejército en guerra. Si era apología lo era del Estado dictatorial, no popular. Se conseguía que el campesino perdiera toda su libertad como tal (tiempo, trabajo, métodos, elección de cultivo) el individuo dejaba de pertenecer al clan o a la familia, para entrar al servicio del Estado, de ahí que se potenciara el hacer vida en comedores colectivos y demás iniciativas de ese tipo. Es decir, el Estado necesitaba hacer la planificación del campo de la misma manera que lo hacía con la industria.
Nuestro partido no se dejó deslumbrar con el mito de la colectivización como forma pos-capitalista, porque jamás describió el capital como un modo de producción privado, sino que este puede prescindir de los capitalistas. La vía al socialismo se caracteriza fundamentalmente por unas fuerzas productivas desarrolladas y la revolución internacional, y ninguna de las dos cosas se daba en China.
Las Comunas como se concibieron en su estado originario fracasaron. La razón básica es que eran un intento idealista de manejar con la voluntad las fuerzas productivas. Apenas se había concluido la «comunización» cuando los problemas empezaron a surgir. Por parte de Beijing al principio se dejó un poco de la mano y las directivas no fueron concretas, no solo en lo referente a la organización de las Comunas, sino también en las requisaciones de la propiedad privada campesina. Los campesinos no acogieron favorablemente la eliminación de las parcelas privadas. Las Comunas corrían el riesgo de no poder pagar los salarios. En agosto de 1959 se intentan corregir los problemas pero continúan desmoronándose. La testaruda resistencia propietaria campesina y las sobrevenidas dificultades productivas hacen que las Comunas en su estado originario acaben desmigajándose. Finalmente acaba admitiéndose que la unidad básica de la Comuna es la cooperativa, es decir, la base sobre la que se calculan los beneficios o pérdidas, y que toma las decisiones además de repartir los productos, todo esto va en beneficio de la prosperidad de las parcelas privadas de tierra, que a finales del 59 vienen a constituir el 1 5–20 % de la economía de un poblado. Para rematar, el azar quiso que los años 60 y 61 vieran acontecimientos climatológicos extraordinariamente devastadores para la cosecha, por lo que murieron millones de personas de hambre, siendo este el único paréntesis en el que el hambre se ha generalizado con tal intensidad en la RPC.
En 1 962 las reformas habían vaciado de contenido las Comunas, que quedan como un instrumento de control y coordinación, propietarias únicamente de las empresas que comprendían a la entera jurisdicción, y la industria estatal, cuya penetración en las regiones del interior ya se había potenciado en la década de los 50, para paliar la escasez de vías de comunicación con las zonas costeras. En agricultura siguen siendo las cooperativas las que dirigen y deciden.
La corriente de Liu Shaoqi y Deng Xiaoping empieza a emerger en la política llevada a cabo por el Estado, con la introducción del sanziyibao, «tres libertades y un contrato».[1] Las tres libertades eran la restauración de las parcelas privadas y la posibilidad de extenderlas roturando tierras incultas, la posibilidad de vender en los mercados rurales los productos que no acaben en manos del Estado, y por fin la libertad de constituir pequeñas empresas familiares que asumían enteramente la responsabilidad de sus beneficios o pérdidas. El contrato se refería a poner cuotas de producción sobre una base familiar más que de escuadra. Es a este período de los 60 al que corresponde la famosa frase de Deng: gato blanco o gato negro es lo mismo, lo importante es que cace ratones.
Las medidas tienen éxito, por lo que Mao se va a ver cada vez más desplazado en las altas esferas del Estado. El aumento de las cifras de producción hace que la población acoja mejor las reformas que el estajanovismo de Mao. La industria también asiste a una recuperación después de que la crisis agrícola de los años 1 960 y 1961 se extendiera también a la industria por falta de materias primas y alimentos.
Es en los años 1966 y 1967 cuando la tendencia maoísta desencadena su desesperado intento de supervivencia dentro del Partido-Estado, para lo cual lanza el llamamiento de luchar contra los revisionistas traidores. Mao encuentra tan solo apoyo en el mundo estudiantil y de la enseñanza. Sin embargo seria poco consistente explicar el éxito de la Revolución Cultural mientras duró, solo por el apoyo prestado desde el ambiente estudiantil. Las purgas llevadas a cabo por el maoísmo en el seno del partido eran de tal magnitud que sólo las pudo ejecutar sabiéndose ganar el apoyo del ejército, algo en lo que Mao era sencillamente el mejor.
La Revolución Cultural, que había comenzado, y no pretendía ser otra cosa, como una disputa entre dos facciones dentro del aparato de partido, eso sí, cruenta y violenta, no afectó a la vida productiva del país hasta que no entran en escena los obreros y campesinos. Los obreros no sentían como suyas ninguna de las proclamas al espartanismo de los Guardias Rojos estudiantiles, que por el contrario nada decían contra las condiciones de explotación en las fábricas. Los Guardias Rojos fueron enviados a provincias para depurar los miembros burgueses y contrarrevolucionarios de los comités locales del partido, que al contar con el apoyo de Beijing y del ejército se sentían todopoderosos, dando lugar a suicidios y asesinatos de los cuadros a depurar. Ante esta situación los comités locales de provincias no tuvieron más remedio que organizar a las masas obreras contra los Guardias Rojos, momento en el que se rompió la disciplina social y que los obreros aprovecharon para reivindicar instintivamente sus propios intereses, aumento de salarios y mejoras en las condiciones de vida, ya que no se sentían identificados con ninguno de los dos bandos en pugna del Estado. Las huelgas se propagan afectando a la producción del país y la situación entra en una nueva fase. Con la fuerza y disciplina del aparato del Partido-Estado disminuidas, los campesinos deciden apropiarse de toda la cosecha y dejar vacíos los graneros del Estado. El desorden y la anarquía reinantes van a hacer que el ejército tome en sus manos el poder y rija toda la vida civil, solo con la represión a sangre y fuego es como se consigue restaurar el orden. En teoría salió vencedora la facción maoísta, pero son militares los que ocupan gran parte de los altos puestos del Estado.
Deng Xiaoping, que durante la Revolución Cultural tuvo que pasar a la sombra, en 1 972 es rehabilitado, y junto a él poco a poco los demás miembros de la línea aperturista. Es el momento en el que se establecen relaciones diplomáticas con USA, y la importancia de China en el contexto internacional se empieza a consolidar. A la muerte de Mao en 1 976, debilitado también físicamente desde hacía algunos años, la Banda de los 4 intenta hacerse con el poder y protagoniza el último intento antiaperturista, su derrota y la confirmación de Deng Xiaoping en la cúspide del Estado señalan el comienzo de una fase de reformas económicas y de apertura que dura hasta nuestros días, una fase lenta, haciendo honor a la paciencia china, pero que parece que no podría ser de otra manera debido a la masa humana y extensión de territorio a la que afecta.
Las reformas en la agricultura que se introducen con Deng, liberalizando precios, acabando con el sistema de las Comunas y potenciando la empresa familiar, han elevado considerablemente la productividad agrícola de China, sin embargo, las cifras están todavía muy lejos de las de los países occidentales, donde la fuerza de trabajo dedicada a la agricultura es ínfima y es raro que supere en algún caso el 10 %, mientras que para China se estima la fuerza de trabajo empleada en la agricultura en un 58 % del total.
Los temores del maoísmo respecto a que una apertura entregaría el país al imperialismo extranjero, todavía hoy no se puede decir con la seguridad de no equivocarse, si eran fundados o no. Actualmente está teniendo lugar la gran pugna, entre China por un lado, que lucha por mantener sus aspiraciones de gran potencia que sojuzgue al mundo ella misma; y por el otro, los imperialismos ya consolidados que dominan el mundo hace mucho tiempo, con los USA a la cabeza. China necesita entrar en contacto con el capital y la tecnología occidental comprometiendo lo menos posible su autonomía, mientras el viejo imperialismo, con sus instituciones internacionales y su orden económico mundial, pretenden que China ocupe el sitio que a ella tengan por bien asignar sin que rompa moldes. Las tensiones de esta gran pugna se manifiestan de vez en cuando en las tensiones comerciales entre China y USA, las demostraciones de fuerza por ambos lados utilizando el tema Taiwan, o denunciando por parte de occidente la violación de derechos humanos, como si esto fuera monopolio del Gobierno chino y los Estados occidentales tuvieran las manos limpias.
La principal carta a jugar por China en esta gran pugna, que de momento no pasa de lo económico-diplomático-político, es la potencialidad de su mercado interno de más de 1200 millones de almas, algo que brilla en la pupila del capital internacional y que hace que se le caiga la baba. Esto permite a China poner condiciones a las inversiones extranjeras, cuyas empresas inversoras en otros países no aceptarían. Es frecuente escuchar los problemas burocráticos, las quejas del sistema judicial, de promesas no cumplidas, etc. que las multinacionales efectúan
que lo han invertido tan solo preventivamente, para poner un pie en China, a modo de plataforma de lanzamiento, en espera de que algún día puedan entrar con plena libertad. Estadisticamente 3/5 de las inversiones directas exteriores en China de 1979 a 1995 provienen de Hong Kong, Macao y Taiwan, lo que hace pensar que para moverse en el mundo de los negocios en China es muy necesario saber el idioma, tener contactos o una cierta introducción, etc. so pena de ser esquilmado. Los chinos, que han sufrido la superioridad técnica de occidente, han tenido que desarrollar desde hace mucho tiempo las artes del engaño, aunque a la hora de la verdad los cañones se han impuesto.
Será necesario, con el objetivo de ver como evoluciona este choque entre el capital internacional que intenta contener a China, y ésta que lucha por hacerse un hueco de gran superpotencia en el mundo, seguir los datos económicos de endeudamiento, inversiones, balanza comercial, etc. así como la política militar y demás cuestiones que inquietan a occidente.
Mientras tanto, al proletariado chino lo que le debe inquietar es que la dinámica del modo de producción capitalista, ya sea capital chino, americano, europeo o japonés, estatal o privado, tiende a reducir sin límite las condiciones de vida del obrero, y que sin una alternativa clasista al menos a nivel sindical, será imposible frenar el apetito insaciable de sangre y sudor proletarios del capital, con sufragio universal o sin él las necesidades del capital son las mismas, la emancipación de los proletarios pasa por la destrucción del capitalismo con independencia del régimen político en el que se desarrolle, para lo que es condición indispensable el Partido comunista y la Revolución proletaria.
Notes:
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El texto original en italiano hablaba erróneamente de «treinta libertades», pero sólo eran tres. 三自一包, San zi yi bao, puede traducirse literalmente como »tres en un solo paquete« y significaba «la expansión de la tierra para uso privado y de los mercados libres, el aumento de las pequeñas empresas con responsabilidad exclusiva de sus propios beneficios o pérdidas, y el establecimiento de cuotas de producción para los hogares individuales, siendo cada uno responsable de sí mismo». (citado de «Peking Review», № 11 del 14. 3. 1975, traducción propia del inglés) – sinistra.net[⤒]