La realidad de la guerra burguesa: grandes negocios
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LA REALIDAD DE LA GUERRA BURGUESA: GRANDES NEGOCIOS
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La realidad de la guerra burguesa: grandes negocios
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La realidad de la guerra burguesa: grandes negocios
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El periódico italiano «Corriere della Sera» del 1 de diciembre de 1998 presentaba la siguiente noticia: en la vigilia de la segunda guerra mundial el 70% de la producción automovilística en Alemania estaba controlada por Ford y General Motors, multinacionales americanas. Este control se prolongó hasta diciembre de 1941, mediante contactos secretos que tuvieron lugar en Lisboa. En el citado artículo se dice también:
«
Tras la victoria de 1945 una investigación del ejército USA, que no prosiguió, descubrió que los vehículos militares del nazismo producidos a través de trabajos forzados tenían el placet de Detroit».
El tono del artículo está a medias entre el «caso inquietante» y el «scoop» (primicia).

No sabemos por qué este tipo de artículos se filtran burlando la censura. Pero la ciencia marxista siempre ha negado los caracteres ideológicos bajo los que se enmascaran las guerras imperialistas, mientras indica al proletariado la senda del internacionalismo, negando el apoyo de la clase obrera a cualquier bando contendiente.

La guerra es un gigantesco negocio: también los burgueses de vez en cuando admiten que las exigencias bélicas llevan al crecimiento desmesurado de la producción. En algunos casos admiten que se llevan a cabo incluso especulaciones y negocios sospechosos. Pero la guerra imperialista es un gigantesco negocio no como reflejo inevitable de los eventos bélicos, sino por la misma naturaleza de la guerra. La crisis catastrófica de sobreproducción del capitalismo sólo se resuelve mediante una tremenda carnicería, que destruya todo lo que pueda para dar espacio a nuevos ciclos de acumulación. El nuevo reparto imperialista de las áreas de influencia que viene tras el conflicto es un hecho secundario.

Continuamos leyendo:
«
Tras la ocupación nazi de Checoslovaquia, Alfres Sloan, presidente de la General Motors, declaró que no tenía derecho a cerrar la filial - que tenía un alto beneficio».
Es cierto, el pobre presidente no podía intervenir, porque la economía domina a los hombres y no viceversa. Si el presidente se hubiese opuesto por «motivos morales» se habría encontrado con el culo en el suelo y con otro nuevo presidente en su lugar. Cuando el capital derrama beneficios los burgueses aprovechan las ricas prebendas, y cuando las cosas no van tan bien, como agentes del capital que son, deben imponer hambre y sacrificios al proletariado, y en su momento arrastrarlo a su guerra regeneradora.

La carrera de armamento tenía su origen en la crisis de sobreproducción: si el mercado de utilitarios estaba saturado bienvenido sea un Hitler guerrero o quien sea.
«
En 1939 la filial de Ford regaló 35.000 marcos a Hitler al cumplir 50 años».
Una financiación del partido del rearme al grito de «Deutschland über alles» no era perjudicial para dar salida a la producción.

Estos mismos comportamientos, son comunes a los USA, a Italia, Francia y a todos los países capitalistas, incluida Rusia. Durante la segunda guerra mundial eran millares las empresas cuya propiedad permanecía en territorio enemigo, pero no por esto dejaron de producir ni el estado que las albergaba dejó de garantizar su protección y sus derechos.

La consternación de los buenos burgueses ante la traición y la complicidad con el enemigo sólo esconde la preocupación de que se venga por tierra la propaganda belicista con sus habituales monsergas de Suelo Sagrado, Patria, Derecho de los pueblos...

Cuando los marxistas decimos que las burguesías están federadas entre ellas entendemos precisamente esto, pueden litigar por repartirse el botín, pero la verdadera guerra la hacen contra el proletariado, en la paz para arrancar plusvalía, en los campos de batalla para destruir los enormes excedentes. Los estados son la expresión del dominio de clase. El militarismo, la carrera armamentista, la guerra son una necesidad para el capital, no son las voluntades individuales las que mueven estas gigantescas fuerzas, sino que son estas gigantescas fuerzas las que se expresan a través de los individuos.

Perdida la guerra, la propaganda capitalista reniega rápidamente de líderes y caudillos declarándoles locos o criminales sólo para preparar nuevos ciclos productivos hasta llegar a la próxima guerra. A los comunistas nos corresponde la tarea de mostrar la naturaleza criminal y destructora del capital y la necesidad histórica de la superación del actual ordenamiento social.

Source: «La Izquierda Comunista», N°10, mayo 1999

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