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PREPARACIÓN REVOLUCIONARIA O PREPARACIÓN ELECTORAL


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Preparación revolucionaria o preparación electoral
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Preparación revolucionaria o preparación electoral

Consideramos que hemos entrado en el período histórico revolucionario en el que el proletariado consigue el abatimiento del poder burgués. Ya que tal resultado ha sido conseguido en numerosos países de Europa. En los otros, los comunistas deben unir todos sus esfuerzos para alcanzar el mismo fin.

Los partidos comunistas deben, pues, consagrarse a la preparación revolucionaria, entrenando al proletariado no sólo para conquistar sino también para el ejercicio de la dictadura política y preocupándose para nuclear en el seno de la clase trabajadora los organismos aptos para la dirección de la sociedad.

Esta preparación debe llevarse a cabo en el campo programático, formando en las masas la conciencia del complejo proceso histórico a través del cual la era del capitalismo cederá el paso al comunismo. Y en el campo táctico con la formación de los Soviets provisionales preparados para asumir los poderes centrales y locales, y de movilizar todos los medios de lucha indispensables para abatir a la burguesía.

En el período consagrado a esta preparación, todos los esfuerzos del partido comunista están consagrados a crear el ambiente de la dictadura proletaria defendiendo con la propaganda, no solamente de palabra, sino sobre todo con los hechos, el principio cardinal de la dictadura, o sea, del gobierno de la sociedad por la clase obrera, y la supresión de toda intervención y derechos políticos para la minoría burguesa.

Si al mismo tiempo se quisiese adoptar la acción electoral tendente a enviar a los órganos electivos del sistema burgués representantes del proletariado y del partido, basados en la democracia representativa que es la antítesis histórica y política de la dictadura proletaria, se destruiría toda la eficacia de la preparación revolucionaria.

Incluso agitando el programa máximo en las reuniones electorales y en la tribuna parlamentaria, los discursos de los candidatos y de los diputados caerían de hecho en una contradicción al defender que el proletariado debe dirigir políticamente la sociedad sin la burguesía, y admitir de hecho que los representantes del proletariado y de la burguesía, continúen encontrándose en igualdad de derechos en el seno de los poderes legislativos del Estado.

En la práctica, se malgastarían todas las energías morales, intelectuales, materiales y financieras en el torbellino de las contiendas electorales, y los hombres, los propagandistas, los organizadores, la prensa, todos los recursos del partido, ya muy insuficientes, serían desviados de la preparación revolucionaria.

Establecida la incompatibilidad teórica y práctica entre estas dos preparaciones, a nosotros nos parece que no se puede dudar en la elección, y que la intervención electoral lógicamente sólo puede ser admitida por aquellos que ni siquiera tienen la mínima esperanza en la posibilidad de la revolución.

La incompatibilidad de las dos formas de actividad no es una incompatibilidad momentánea, como para considerar admisible la sucesión de ambas formas de acción. La una y la otra presuponen largos períodos de preparación, y absorben toda la actividad del movimiento por mucho tiempo.

La preocupación de aquellos compañeros que ven la hipótesis de la propuesta de la abstención electoral sin que se haya alcanzado la finalidad revolucionaria, carece de bases. Aunque fuese un peligro en lugar de una ventaja quedarse sin representantes parlamentarios – como nosotros consideramos apoyándonos en una amplia experiencia –, tal peligro no sería ni siquiera lejanamente parangonable al de comprometer e incluso retrasar solamente la preparación del proletariado para la conquista revolucionaria de la propia dictadura.

Por consiguiente, a menos que no se pueda probar que la acción electoral no es fatal para el entrenamiento revolucionario, no sólo con su enfoque histórico en teoría, sino también con sus conocidas degeneraciones prácticas, es necesario sin tardanza arrojar entre los hierros viejos el método electoral y sin más vuelta atrás concentrar todas nuestras fuerzas en la realización de los supremos objetivos máximos del socialismo.


Source: «Il Soviet», № 30, 20–7–1919

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